El sueño de Michael Jackson

Michael murió. Se murió y nosotros vivimos en un mundo que no es bueno como él quiso. Vivimos en un mundo insano. No sabemos si era su tarea sanarlo, pero ahora que murió sabemos que no es la nuestra ni de nadie. La muerte de Michael es también la abdicación de un afán. La caída del imperativo “Sana al mundo, hazlo un lugar mejor”. Junto a él caen otros (recuerdo el “pintarse la cara color esperanza” del más indigno Diego Torres por ejemplo). La posibilidad o inminencia de la catástrofe venía aparejada de su antónimo anhelo de supervivencia, ya esta dicotomía no existe. El horror ya no es inimaginable. Y las utopías son ahora herramientas del cinismo.

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